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¿Qué pasa en el cerebro cuando nos enamoramos?


Entrevista a dos expertos para descifrar el efecto de 'las mariposas' en el estómago. ¿En realidad las sentimos?

Que Ortega y Gasset hayan definido el amor como un “estado de imbecilidad transitoria” no es solo una idea romántica del estado de locura en el que nos sumergimos cuando nos encontramos ante el más grande de los sentimientos. Para el profesor de neurología de la Universidad del Rosario, Leonardo Palacios, “cuando uno está enamorado, no actúa mentalmente bien” y esto pasa básicamente porque en la segunda etapa del amor, conocida como enamoramiento —que se da luego de una primera etapa de Atracción— las hormonas hacen que, literalmente, perdamos el juicio crítico.

¿Pasas gran parte del día —cerca de un 75%— con esa persona metida en la cabeza?, ¿estás más distraído que de costumbre y se te olvidan las cosas?, ¿sientes que sudas y se te acelera el corazón en su presencia? ¡Tu cerebro está inundado de dopamina! la divina hormona del placer. Pero no es la única sustancia que hace de las suyas durante el enamoramiento. La feniletilamina (FEA), por ejemplo, es la culpable de que una persona vea más bello el objeto de su adoración y aparezcan las famosísimas mariposas en el estómago, mientras que la serotonina —la cual disminuye por lo menos en un 30%— provoca pensamientos obsesivos con el ser amado. Esta es la razón por la cual mueres de ansiedad cada vez que le envías un Whatsapp y él o ella no te responde tan rápido como esperas.

Y aquí algo bastante curioso. La experiencia del también llamado amor pasional —explica Hernán Alonso Aponte, urólogo y sexólogo, docente de la Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud— también tiene algunas diferencias entre hombres y mujeres: “No son simples caprichos de las mujeres el querer escuchar palabras dulces, o que sientan un mayor deseo de recibir caricias. Esta necesidad se gesta en el sistema límbico, que es más grande en las chicas que en los hombres. De ahí proviene el deseo de expresar sus emociones, que se aumente su sensibilidad o le den más importancia para celebrar fechas como aniversarios o cumpleaños”.

Sin embargo, esta etapa no dura para siempre. Puede demorar entre 18 y 30 meses y lo que sucede luego, es que el revoltijo de hormonas comienza a estabilizarse nuevamente. Aquí las parejas tienen dos rumbos: terminar o seguir juntos y consolidar la relación. Entonces inicia a la tercera y última etapa que es el amor perdurable, donde el papel protagónico, químicamente hablando, se lo lleva la oxitocina llamada también la ‘hormona del abrazo’ que está relacionada al vínculo, a la empatía. Esta se produce en el hipotálamo y la liberan en mucha más cantidad las mujeres que los hombres. “En el amor perdurable —afirma Palacios— la persona le dirá a la otra ‘Te quiero’ en lugar del ‘Te deseo’ que surge cuando el cerebro está dominado por la dopamina”.

Fuente: elespectador.com - Ilustración Eder Leandro Rodríguez


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