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Testimonio desde Providencia: ¿Y ahora qué hago?


Ha llegado la temporada de huracanes para el Caribe, mientras avanza con paso adormilado y torpe la reconstrucción prometida de San Andrés, Providencia y Santa Catalina tras el paso de Iota el año pasado. Aquí una residente intenta responder cómo se imagina las islas en un año.


Hace pocos días, en un foro en pro de las islas, preguntaron a modo de cierre y para generar una proyección ¿Cómo se sueña cada uno de los participantes en un año? Específicamente se trata del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, con sus cayos remotos e identidad cultural tan única en Colombia como común al Gran Caribe.


La pregunta llegó profundo y dolorosamente dentro de una herida que aún no ha sanado y no supe qué respondería en mi caso. Y es que convivir con la incertidumbre alimentada por Eta e Iota en tiempos de Covid no es tarea fácil. Menos, teniendo en cuenta que rápidamente llegó la temporada de huracanes para el Caribe. Cabe aclarar, para aquellos que no están familiarizados con el tema, que todos los años se presenta dicha temporada (junio 01-noviembre 30), la cual varía en intensidad de acuerdo con las condiciones climáticas de cada año, especialmente relacionadas con la temperatura de los océanos.

Y digo “rápidamente” porque la velocidad en que se acercó contrasta notoriamente con el paso adormilado y torpe de una reconstrucción prometida, sin considerar las particularidades propias de estas islas, distanciadas 720 kilómetros de la costa continental (Cartagena) de un país que se encuentra en paro respondiendo a una profunda y prolongada crisis nacional.


De acuerdo con la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA), el panorama para la temporada de éste 2021 no es alentador: 13 a 20 tormentas, de las cuales 6 a 10 son potenciales huracanes y a su vez 3 a 5 potenciales huracanes de nivel 3 a 5 (en una escala de 1 a 5, donde 5 representa la máxima categoría, con vientos completamente devastadores). Esto, después de un 2020 en el que se batieron varios records, siendo la temporada con mayor número de tormentas nombradas; es decir que nos tocó el másfuerte de los huracanes en la época más activa jamás registrada.


En este contexto, asumo que quien lee comprende las causas de mi dificultad a responder a la pregunta. ¿Cómo me sueño en un año?


Mientras escribo, medio piso de lo que quedó de la casa que habito se encuentra mojado, el plástico que en enero logramos poner en lo que ahora es el techo ya perdió su función a causa de los rayos solares y las fuertes ráfagas de viento que lo han despedazado generando fragmentos plásticos que por cierto invaden el territorio. Sé que no soy la única y aclaro que solo es una descripción, ya que de tratarse de una queja vendría inevitablemente cargada de cierta vergüenza considerando que aún, siete meses después, continúan muchos –de todas las edades y géneros– viviendo en carpas y cambuches. Con goteras, sin techos, en carpas: así estamos.


Tomado: El Espectador.com

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